Pasó el día D en el que habían depositado tantas esperanzas el equipo que asesora al Presidente del Gobierno en funciones Pedro Sánchez, sin escuchar lo que les llegaba de la sociedad.
Porque los augurios antes de saber el resultado final no eran buenos. Los datos de voto por correo, un 27 % menos que el 28-A, las previsiones de mal tiempo en la mayoría del país, los de participación real a las 14 h con un 3,5 % menos y 18 h con un casi 4 %, anunciaban una ligera desmovilización de la izquierda y así fue con una bajada del 6 %.
Resultaba clarificador que donde menos ha bajado es donde el voto nacionalista resulta predominante, Euskadi y Catalunya y allí donde la derecha es mayoritaria como Madrid. En total casi 16 millones de votantes.
Y llegó el recuento, como siempre ejemplar porque a las dos horas ya existían resultados casi definitivos. Quedaba así desvelado el gran fracaso al que Pedro Sánchez y su gurú Iván Redondo habían llevado al PSOE, a la izquierda y especialmente al país con su insensatez. Eso sí, con la inestimable ayuda de Pablo Iglesias y su correspondiente asesor VIP Pablo Gentili.
La noche salía redonda, pero justo al revés de lo previsto. El PSOE, UP y la izquierda bajaban, la distancia con la derecha disminuía de 17 a 6 diputados, permitían recuperarse al PP aunque menos de lo que Pablo Casado preveía, hundían al centro de Cs dejando a Albert Rivera al borde del colapso, debilitaban a otro hipotético colaborador como ERC y dejo para el final los elementos más graves, permitían el ascenso incontrolado de la extrema derecha de VOX y el fortalecimiento de las opciones nacionalistas e independentistas. Además de perder la mayoría absoluta que se tenía en el Senado.
Un fortalecimiento que va a exigir al próximo gobierno repensar seriamente las tensiones centro-periferia, que ya no sólo afectan a Catalunya, con la aparición de la CUP y la subida de JxCat y Euskadi, con una nueva subida de PNV y Bildu, sino que surgen nuevos elementos como BNG, Teruel existe, PRC, que se suman a CC.
Vamos, para cum lauden genios.
Pedro Sánchez y sus palmeros situaban así al país en una situación de ingobernabilidad mucho más grave que tras el 28-A. Con un elemento novedoso, lo que antes daba, o sea la suma con mayoría absoluta de PSOE y Cs, ahora no, incluso en este nuevo panorama resulta aún más complejo buscar una fórmula que garantice la mayoría absoluta, además de complicarse la opción de salir investido en segunda votación con la abstención de PP y Cs, que antes sumaban 123 y ahora 98.
El día después deja así un panorama desolador. Este país no se merece la recua de dirigentes que nos toca sufrir. De los seis de ámbito estatal que se presentaron este domingo, cinco han quedado descalificados de una u otra manera.
Sánchez porque le dijeron que era el más guapo y más listo y sacaría por encima de 130 o 140 diputados y ha bajado, Iglesias porque cada elección que pasa debilita a UP, Casado pretendía un resultado por encima de 100 y se queda a medio camino, Errejón fracasa estrepitosamente en su intentona y el peor parado Rivera demuestra una falta de dignidad de libro al no dimitir la misma noche electoral.
Si los líderes políticos actuales tuvieran un mínimo de dignidad habríamos amanecido sólo con uno de los que iniciaron la carrera; Abascal que lleva a la extrema derecha directa al Olimpo.
Gracias a los errores del resto, eso parece evidente, pero o somos conscientes de que en este país ya existen tres millones seiscientas mil personas que confían y apoyan a un partido extremista, xenófobo, racista, homófobo, o difícilmente podemos frenarles. El grito que lanzaron ayer era significativo: “a por ellos, a por ellos, oé, oé, oé. Oído cocina.
Y surge la pregunta: ¿para eso nos han metido en este nuevo lío? ¿para nuevamente encontrarnos un empate técnico y además que el independentismo (ahora mucho más cabreado) siga siendo imprescindible, excepto para un pacto izquierda-derecha anti natura?
¿Para qué entonces unas elecciones que han servido apenas para fortalecer a PP y VOX y debilitar a Cs, nos preguntamos algunos recibiendo sobre nosotros la furia de los palmeros de turno?
¿Qué opciones quedan ahora?
La que lamentablemente adquiere más peso es la que precisamente sigue siendo la favorita de los poderes fácticos, desde los grandes bancos, al IBEX 35, la gran patronal y Bruselas; que PSOE y PP se pongan de acuerdo de alguna manera, incluso con una “Grosse koalition” al estilo alemán.
Reconozco que me tiembla la mano al escribir sobre esta opción, pero con un PSOE con 120 diputados y un PP con 88 la presión para que sea así va a resultar brutal.
En el caso de que se opte por esa solución, lo normal es que el PP no quiera abrasarse dentro del gobierno con la que se nos viene encima, conflicto catalán, sentencia de los EREs, Brexit y sobre todo la crisis económica.
Preferirá un apoyo externo tibio dándole los votos en la investidura pero sin implicarse en el gobierno, dejando al PSOE cocerse en el caldo de todos esos conflictos y que la legislatura sea corta, menos de un año, y en las siguientes elecciones arrasar con un electorado socialista indignado debido a esa traición.
Precisamente el temor a esa reacción de las bases socialistas es la que puede evitar ese pacto anti natura. Resulta clarificador que esa militancia que se agolpó la noche electoral a las puertas de Ferraz 70, ya no gritaba “con Rivera no” sino “con Iglesias sí” o “con Podemos sí”, mandando un mensaje clarificador al líder divino que existen serias dudas que haya podido captar, o al menos que haga caso al mismo.
Su reacción extemporánea así lo indica. “Os veo muy participativo” les gritó visiblemente molesto. Claro Sánchez, como debe ser, como les pides en las campañas electorales para obtener votos, que sean participativos, como debe ser la militancia de la izquierda. Claro que viéndole rodeado de palmeros que le adulan constantemente es difícil que entienda esto.
Conclusión: la izquierda al propiciar con su desencuentro esta nueva cita electoral se sitúa en la encrucijada, de dirigirse hacia el paraíso si Sánchez escucha el mensaje y busca un gobierno de izquierdas con UP y Más País más el apoyo externo de PNV y ERC, o el abismo de hacer lo que le piden los poderes fácticos.
Convendría indicarles a esas izquierdas, especialmente PSOE y UP, que o espabilan de manera definitiva o se condenan y con ellos a diez millones de progresistas, a un tránsito cruel por el desierto de duración imprevisible.
Con el peligro, ahora más evidente que nunca, de que si siguen cometiendo errores la derecha extrema y la extrema derecha puedan gobernar juntas y ya podemos intuir mirando a Andalucía y Madrid lo que puede suponer eso.
Necesitamos la unidad de la izquierda (incluyo aquí a ERC) con el apoyo del PNV. Necesitamos políticas progresistas frente a la crisis, resolver las tensiones centro-periferia y frenar a la extrema derecha. Necesitamos esperanza frente a la desolación de hoy.
¿A dónde nos habéis llevado Sánchez e Iglesias? Al borde del abismo. ¿Seréis esta vez capaces de evitar que nos despeñemos?
We will see……….
José Luis Úriz Iglesias (Former parliamentarian and councilor of the PSN-PSOE)