Comunicado de Ecologistas en Acción ante la decisión de China de imponer aranceles a la importación de cerdos europeos

Comunicado de Ecologistas en Acción ante la decisión de China de imponer aranceles a la importación de cerdos europeos

Comunicado de Ecologistas en Acción ante la decisión de China de imponer aranceles a la importación de cerdos europeos: “La solución es cambiar el modelo”

  • Con motivo del anuncio del gobierno chino de imponer aranceles a la importación de cerdos europeos, la organización ecologista publica un comunicado en el que se señala el fracaso del modelo de ganadería industrial exportador, intensivo y megaindustrial como causante de esta crisis.
  • La apuesta por una transición justa hacia la agroecología y por la soberanía alimentaria son dos de las soluciones que se exigen a las Administraciones públicas.

A continuación se transcribe el comunicado de manera íntegra:

  • La solución no es buscar nuevos mercados a la ganadería intensiva, sino cambiar el modelo.
  • Los aranceles chinos destapan la insostenibilidad del modelo de ganadería industrial porcina en España.
  • La reciente decisión del gobierno de China de imponer aranceles a la importación de cerdos europeos ha puesto en alerta al sector porcino industrial español. Ecologistas en Acción queremos manifestar que esta crisis es síntoma de la profunda insostenibilidad de un modelo de producción que depende de la exportación masiva y deja a la ciudadanía, al medio rural y al medio ambiente las consecuencias de sus impactos.
  • Lejos de ser una solución, el modelo de ganadería industrial exportador, intensivo y megaindustrial ha demostrado ser un fracaso estratégico, tal y como Ecologistas en Acción lleva años denunciando. La dependencia de mercados volátiles y sujetos a decisiones geopolíticas (como la de China) deja al sector en una situación de permanente vulnerabilidad económica e incertidumbre.
  • El impacto ambiental de este modelo es insostenible. Además del consumo añadido de agua, es una de las principales causas de la contaminación por nitratos de las aguas subterráneas y superficiales y de la generación de ingentes cantidades de purines que el territorio no puede absorber (los cuales tienen un contenido en nitratos 40 veces superior a las aguas residuales y contribuyen a la generalización de la contaminación por nitratos por la que España está denunciada ante el Tribunal Europeo de Justicia). Esta contaminación también altera la vida de miles de familias que no pueden hacer uso del agua de sus grifos.
  • A esto se añade la emisión de gases de efecto invernadero, la deforestación por la importación de soja para piensos, la destrucción de la biodiversidad. Además, la ganadería industrial es la responsable de las principales emisiones de antibióticos a las aguas, uno de los contaminantes emergentes más preocupantes.
  • La ganadería industrial no fija población en el mundo rural. Muy al contrario: concentra la producción en megainstalaciones que generan pocos puestos de trabajo, degradan la calidad de vida de las vecinas y vecinos debido a la contaminación y los malos olores, y acaban con las opciones de una ganadería familiar, social y extensiva, en equilibrio con la capacidad de carga del territorio, que es el modelo por el que se debe apostar por su mayor valor social y ambiental y ser la verdadera garante de la soberanía alimentaria.
  • Este modelo de ganadería agroindustrial se basa en el acaparamiento de recursos en muy pocas manos y en la concentración del poder y el beneficio en muy pocas empresas multinacionales.

No es momento de buscar nuevos mercados, es el momento de cambiar el modelo.

La solución a esta crisis no pasa por suplicar a China que retire los aranceles ni por buscar desesperadamente otros destinos lejanos para continuar con el mismo sistema extractivista. La auténtica oportunidad está en reconducir la política agroganadera española hacia la soberanía alimentaria y la agroecología.

Por ello, exigimos a las Administraciones públicas que, en lugar de defender los intereses de unas pocas multinacionales del sector, apuesten de forma decidida por:

  1. Una transición justa hacia la agroecología: reducir drásticamente el número de cabezas de ganado para ajustarlo a la capacidad real de nuestro territorio; reorientar las subvenciones públicas hacia modelos que verdaderamente contribuyan al bien común; y ofrecer alternativas laborales y profesionales agroecológicas a las personas trabajadoras, con formación y ayudas.

Al mismo tiempo, fomentar y apoyar —tanto administrativa como económicamente— la ganadería extensiva, ecológica y local en equilibrio con la capacidad de carga del territorio, que emplea más personas, garantiza precios justos para las personas ganaderas, produce alimentos de mayor calidad, protege la biodiversidad y cierra ciclos de nutrientes.

  1. Soberanía alimentaria: priorizar la producción de alimento para el mercado interior y de proximidad, rompiendo la dependencia de la exportación masiva y de la importación de piensos. Asimismo, recuperar la red de infraestructuras locales como obradores o mataderos municipales, de pequeño tamaño. Un modelo que alimente a las personas, no a los mercados globales.
  2. Políticas públicas y compromisos privados para el fomento de una alimentación sana y de cercanía, de base vegetal y con una reducción drástica del consumo de carne, muy especialmente de procedencia industrial intensiva.
  3. Moratoria a nuevas macrogranjas: detener inmediatamente la autorización de nuevos proyectos de ganadería industrial y la ampliación de las existentes.
  4. Aplicar limitaciones técnico-ambientales más exigentes para reducir la contaminación que causan las instalaciones de ganadería industrial ya existentes.
  5. Cumplimiento estricto de la legislación ambiental y mejora de la misma: aplicar con rigor la Directiva Marco de Nitratos y la Directiva Marco del Agua para proteger nuestro patrimonio hídrico, hoy gravemente amenazado.
  6. Cumplimiento estricto de la normativa laboral que asegura sus derechos a las y los trabajadores del sector ganadero.

La crisis de los aranceles chinos es la crónica de un fracaso anunciado. No es una crisis coyuntural, es una consecuencia directa de un sistema que prioriza los beneficios empresariales a corto plazo frente a la salud ambiental, social y animal. Es el momento de aprender la lección y dar un giro hacia un sistema alimentario resiliente, justo y sostenible. Un sistema que no colapse ante la decisión de gobiernos lejanos, porque su fortaleza estará en sus raíces locales.

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