¡Échale la culpa al niño!

Opinión Núria González

“Lástima que a los políticos nos les preocupen tanto los traumas infantiles de casi el 40% de los niños y niñas de nuestro país que viven bajo el umbral de la pobreza, ni los traumas infantiles de los niños y niñas a los que se obliga a pasar las navidades con sus padres maltratadores debido a las custodias compartidas impuestas, ni tampoco los traumas del 25% de los menores que sufren abuso sexual en sus propias casas”.

Siempre es bueno que haya niños para echarles la culpa es un refrán que se ha hecho visible en estos últimos días de la Navidad, cuando, para sorpresa de todos, en un año en que la defensa a ultranza de “tradiciones” navideñas se ha convertido en la millonésima trifulca política del parvulario en que el que vive constantemente nuestra clase política, resulta que acabamos las fiestas cambiando el día de la cabalgata de reyes por algo tan poco fiable y poco tradicional como la predicción meteorológica y utilizando a los críos como coartada.

La excusa de alcaldes, alcaldesas y concejalillos de las diferentes pueblos y ciudades que decidieron adelantar la rúa fue, directamente, echarle la culpa a los pobres niños y niñas, de los cuales pasan olímpicamente todo el año. Como si los niños se fueran a traumatizar por ver a los reyes magos en un pabellón deportivo o en un centro cívico en lugar de en una carroza si lloviera.

Lástima que a los políticos nos les preocupen tanto los traumas infantiles de casi el 40% de los niños y niñas de nuestro país que viven bajo el umbral de la pobreza. Lástima que tampoco les preocupen los traumas infantiles que se les generan a los niños y niñas a los que se obliga a pasar las navidades, vacaciones y la mitad de todos los días festivos con sus padres maltratadores (con papeles que lo acreditan), debido a las custodias compartidas impuestas. Lástima que no les importen tampoco los traumas del 25% de los menores que sufren abuso sexual en sus propias casas.

Lo que en realidad le importa a gran parte de nuestra clase política es no perder la oportunidad de hacer el paripé que hacen en este tipo de actos, porque ¿qué alcalde o concejal no va a querer tener una foto en el periódico local haciendo como de buena persona rodeado de lucecitas? Y quién sabe, inaugurada esta nueva “tradición”, ahora si las previsiones meteorológicas dicen que va a llover para Semana Santa, lo mismo deciden que mejor se pasen las procesiones al mes de julio, o hacemos todos como en Bérchules (Granada), que celebran la nochevieja en agosto, que no me negarán, que sería mucho mejor.

A estas alturas del cuento chino, por mi los adultos pueden hacer lo que quieran con el calendario, pero por lo menos tengan la decencia de que en uno del pocos días del año en que los niños y niñas tienen algún papel, aunque sea para volverlos pequeños consumistas de cosas que no necesitan, el menos ese día no lo perviertan con su inutilidad y oportunismo de baja estofa y dejen de utilizar y, sobretodo, idiotizar a los niños y niñas, que ya tiene bastante con los padres y madres que los han convertido la generación de cristal a fuerza de normalizar estupideces como esta.

Les deseo a todos ellos que les traigan mucho carbón.

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