Ecologistas en Acción propone prohibir la importación de residuos para enterramiento en suelo español.
Tras las irregularidades comprobadas en el último traslado de residuos tóxicos desde Montenegro para enterrarlos en Nerva (Huelva), y en coherencia con la recién aprobada Ley de residuos y suelos contaminados para una economía circular, Ecologistas en Acción considera que es el momento idóneo para que España deje de importar residuos de otros países con destino definitivo en vertedero, es decir, para enterrarlos.
La Directiva europea de residuos y el Convenio de Basilea, que regulan los movimientos transfronterizos de residuos entre sus países firmantes, prevén que sus miembros decidan restricciones o prohibiciones a la importación.
En el marco de esta normativa europea e internacional, Ecologistas en Acción ha propuesto a Hugo Morán, secretario de Estado de Medio Ambiente, un cambio en la política de importación de residuos. El objetivo es prohibir la importación de residuos peligrosos y no peligrosos destinados a depósito en vertedero, con o sin tratamiento previo.
Con esto se daría un paso hacia la economía circular de forma ventajosa para la industria nacional, pues los depósitos de seguridad que actualmente se encuentran en España tendrían su capacidad útil disponible para los residuos industriales producidos en territorio español.
En tanto se implementan los procesos y mejores prácticas que deben venir con la recién aprobada Ley de residuos y suelos contaminados para una economía circular, se lograría repercutir en la minimización de la exportación de residuos industriales para eliminación en depósito permanente en otro país, evitando que los residuos se conviertan en una mercancía que no aporte valor añadido.
Del mismo modo, serviría de acicate a la economía circular en España, pues las empresas pueden comenzar a pensar en invertir en investigación, para transformar el enterramiento en operaciones de valorización. Un ejemplo en este sentido es Francia, que apenas tiene ya empresas que entierren el amianto, sino que lo convierten mediante tecnología en material inerte para la salud y el medio ambiente.
La propuesta nace tras los recientes acontecimientos en el Puerto de Sevilla, donde el día 3 de febrero atracó un barco y se descargaron las 7.500 toneladas de residuos peligrosos provenientes de Montenegro. Esta operación contaba con el beneplácito tanto de la Junta de Andalucía como del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, competente de la autorización final. Gracias a una inspección realizada a instancias de una solicitud de Ecologistas en Acción, se descubrió que incumplía el condicionado establecido.
Los residuos debían haberse devuelto, pero al suponer un grave riesgo su traslado de vuelta, al final han sido enterrados en Nerva, municipio onubense con un vertedero tóxico a 700 metros del pueblo, donde ya fueron enterradas casi 40.000 toneladas de la misma procedencia en 2019 y unas 100.000 toneladas provenientes del desmantelamiento de un vertedero tóxico en Italia llegadas en los últimos tres años. Ese vertedero contiene 10 millones de toneladas tóxicas y se hace necesario su cierre inminente.
La industria nacional y local productora que hace uso del vertedero de Nerva para enterramiento no se vería afectada por esta medida. Ecologistas en Acción entiende que las comunidades autónomas que están utilizando este recurso como fuente de ingreso a las arcas públicas pueden posicionarse en contra de prohibir la importación para depósito permanente. Ante ello, la organización ecologista expone que dichos ingresos podrían sustituirse inicialmente por la exportación de residuos nacionales, que deberían decrecer paulatinamente hasta llegar a cero.
Ecologistas en Acción considera que en ningún caso sería aceptable defender el mantenimiento de vertederos tóxicos para ingresar dinero, poniendo en riesgo el medio ambiente, especialmente la Red Natura 2000, como en el caso particular de Nerva y muchos otros de la geografía española. No es la vía, afirma la organización, para implementar la transición ecológica ni la economía circular, y no solo por el traslado y por la propia ubicación de las instalaciones y las aguas tóxicas que evacúan, sino también por otros aspectos de salud.
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