El sillón de la izquierda, el sillón de la derecha
En Granada hemos asistido al bochornoso espectáculo de la investidura del alcalde y concejales del nuevo mandato que se nos viene encima. Un alcalde naranja con tonos azul pavo y verde pistacho. La naranja trifachita impuesta por Madrid.
Ahora, quienes nos consideramos de izquierdas vamos a sufrir cuatro años de políticas donde se priorizará el liberalismo feroz, las grandes multinacionales ocupando lo público, y la reconversión de nuestra Granada en un ente inhumano donde las desigualdades, y la injusticia social campará a sus anchas. El liberalismo impuesto por el IBEX 35 también llega a la política y el mercadeo de ciudades en este país como si fuesen cromos; ha sido desgarrador.
Ahora bien ¿Seguimos la izquierda sin hacer ningún análisis? ¿Ni una evaluación del por qué se ha llegado a esta situación?
Las crisis internas en todos los partidos de izquierdas, la falta de credibilidad de su militancia en sus dirigentes y en sus votantes han pasado factura. Cuando la derecha se divide gana, esa era la estrategia perfecta,
3 partidos de derechas nacidos del mismo generan frutos diestros, en donde, no se nos olvide, se mueven al toque de corneta de la voz fascista. ¿Y la izquierda? A lo suyo…
Quítate tú para que me ponga yo, o estás conmigo o contra mí, te pisoteo el pescuezo si sobresales ante mi mediocridad, o pongo “experimentos” que luego salen ranas…
La debacle estaba servida en bandeja de plata. Cuando un partido es de izquierdas no puede continuar con las políticas públicas heredadas de la derecha, los cambios tienen que ser radicales, desde la raíz, desde el origen del problema, no parcheando y mareando la perdiz, porque el pueblo se cansa de falsas esperanzas, de postureo, de fotos de portada sin ningún contenido de acción detrás. La cobardía está reñida con la izquierda. Y aquí ha habido una izquierda demasiado cobarde para plantar cara a esta derecha de tres brazos más aupada que nunca. Lo que sufrimos no es una crisis, es un cambio de sistema. Y, o empezamos a derribar desde los cimientos este mamotreto de derechas o la clase trabajadora nos convertiremos en esclavos y esclavas, donde las mujeres viviremos en nuestras carnes el “Cuento de la criada”, donde todo el colectivo LGTBI volverá a entrar en el armario, los emigrantes a campos de trabajo, y la historia la volverán a reescribir a su antojo para seguir adoctrinándonos.
Que no se nos olvide, los sillones están tapizados de rojo, al igual que las alfombras y ahora se sientan y las pisan la derecha y la izquierda.
Por eso la izquierda valiente estaremos siempre también en la calle, donde algunos y algunas jamás hemos dejado de pisarla.