Ahora que gracias a los Juegos Olímpicos hablamos de gordura, diversidad, visibilidad y moderneces ,les dejo un artículo que publiqué en agosto de 2022 cuando en Ministerio de Igualdad de Montero dibujaba piernas a cojas y robaba fotos a modelos.
A punto estamos de empezar uno de, para mí, los peores meses del año desde que soy adulta. Inexorablemente la calmachicha del mes de agosto nos va a engullir en estos próximos treinta y un días en los que no pasa nunca casi nada ni relevante ni interesante. Mi mayor placer es disfrutar de la ciudad vacía, a la que huyo desde mi pueblo, uno de esos costeros que ahora mismo está invadido por las gentes que ven el mar una vez al año. No les culpo, yo no puedo vivir lejos del agua, pero no vean qué incómodos son.
Hablando del mar, este año como ya todo el mundo sabe, el Ministerio de Igualdad del gobierno de España ha concedido permiso a las gordas para ir a la playa. Ha hecho un cartel, sin pagar derechos de autor de las fotos pero sí pagando 85.000 euros por él, en el que da por bueno que las mujeres de más de 60 kg puedan ir a lucir sus carnes a la playa, bajo el slogan “el verano también es nuestro”. Igual no sabían que, incluso sin su bendición, las mujeres gordas han ido a la playa siempre.
Está todo tan mal en esa idea que subyace en el cartelito de marras que es difícil hasta de explicar tanta estupidez junta en una foto. Lo principal es que denota que quien encarga y aprueba la campaña opina que hay que decirles a las gordas que pueden dejarse ver. Esto significa que quien encarga y aprueba esta campaña opina seguramente que las gordas son engendros a las que hay que dar permiso gubernamental para destaparse, pues de otra manera, esta campaña no tiene el menor sentido. La cosa se convierte en pesadilla cuando quien encarga y aprueba esta campaña es el Ministerio de Igualdad.
Sin embargo, la permisividad de lucimiento de cuerpos “deformes” tiene un límite para este ministerio. Una cosa es que den permiso a las pasadas de peso, pero de cojas nada. Y de mastectomizadas, menos, que la capacidad de aguante ante la fealdad tiene no es infinita incluso en el mundo brilli brili posmoderno.
Así que, photoshopeando que es gerundio, y añadiendo una pierna normal a la chica de la prótesis y una teta a la mujer de la doble mastectomía, no vaya a ser que ofendamos a los sensibles visuales. Lo de añadirle el pecho a la señora de la mastectomía es especialmente repugnante si tenemos en cuenta que quien encarga y aprueba el cartel es un ministerio que aboga por la mutilación de los cuerpos sanos de las adolescentes, específicamente animando a que se practiquen mastectomías dobles en chavalas de 16 años, como sacrificio en el altar trans de su religión queer.
Sin embargo, hay algo aún más cínico e insoportable en quien encarga y quien aprueba este cartel y esta campaña. Fíjense en las mujeres que aparecen en las fotos del dichoso cartel. Fíjense bien y rápido se darán cuenta de que ¡tampoco sirve ni cualquier gorda ni cualquier coja!. Para salir en un cartel de gordas, no buscan a mi vecina ni a la frutera, sino que se adjudican la foto de una modelo “curvy”, es decir, una gorda sí, pero una gorda con glamour y guapa, bien encuadrada en todos los estándares de feminidad existentes. Pasa igual con la chica de la prótesis. No pueden utilizar la imagen de cualquier mujer en silla de ruedas o con prótesis, no. Sólo toleran la de la influencer guapísima, eso sí, a la que adornan con pelos en el sobaco pintados, para darle un aire alternativo. Es el colmo.
Repito que el clímax del horror en cuanto a este asunto es que todo venga del ministerio de igualdad, que es todo menos algo provechoso para las mujeres, pero es a imagen y semejanza de quien lo maneja. No cabe más misoginia ni más soberbia en ese edificio, igual que en el cartel.
No les quiero agobiar más hoy y no voy a desentrañar la otra gran aportación del ministerio de Montero y, por ende, del gobierno de España, este verano con el video del “Festival del SíEsSí”, lanzado desde la delegación de Gobierno contra la violencia de género. Son 30 segundos de apología de la sumisión femenina, al mismo tiempo que aumentan los casos de pinchazos para conseguir la sumisión química de las mujeres y violarlas a placer.
Pero en un alarde de positividad, sólo me queda alegrarme por la gordas y las cojas fashionistas y felicitarlas por haber obtenido la venia explícita para ir a darse un bañito sin avergonzarse de sí mismas, lo cual les hará más más llevadero este hastío agostero que amenaza con freírnos el cerebro.