Ibtissame “Betty” Lachgar: por qué no podemos callar desde Cádiz

Ibtissame “Betty” Lachgar: por qué no podemos callar desde Cádiz

El próximo 27 de agosto, en el Consulado de Marruecos en Algeciras, nos concentraremos para exigir la libertad de Ibtissame “Betty” Lachgar, feminista marroquí detenida bajo cargos de “blasfemia” por aparecer en una foto con una camiseta que decía “Alá es lesbiana”.

Conocí a Betty en las movilizaciones de La Fuerza de las Mujeres. Es lúcida, valiente, combativa. Hoy está en prisión preventiva por atreverse a cuestionar el patriarcado religioso, y eso nos interpela directamente, porque ocurre a una hora de nuestra costa y porque ataca los principios básicos de cualquier democracia. No es solo un caso individual: es un recordatorio brutal de cómo se utiliza la religión, la moral y la ley para controlar a las mujeres.

Lo que sabemos

Betty Lachgar, psicóloga y cofundadora del Movimiento Alternativo por las Libertades Individuales (MALI), fue detenida en Tánger en aplicación del artículo 262 del Código Penal marroquí, que castiga con cárcel a quienes “ofenden la religión”. Su juicio está fijado para el 27 de agosto, y las consecuencias pueden ser devastadoras: pena de prisión, represalias y vulneración de sus derechos más elementales.

No hablamos de hipótesis: hablamos de una mujer real, con rostro, con historia, con trayectoria feminista. Y hablamos de un sistema represivo que pretende dar un escarmiento a todas las que nos atrevemos a pensar y a decir en voz alta aquello que no encaja en el orden patriarcal.

Lo que está en juego

Este proceso no es una simple cuestión jurídica. Es una muestra clara de patriarcado en acción:

  • Se castiga la libertad de expresión cuando la ejerce una mujer.
  • Se persigue la disidencia feminista y lesbiana porque cuestiona el orden masculino y religioso.
  • Se instrumentaliza la ley de blasfemia como herramienta de control social, diseñada para silenciar y aislar a quienes incomodan.

Las leyes de blasfemia no protegen a ningún dios. Protegen un sistema de dominación que necesita acallar la voz de las mujeres para perpetuar su poder.

Cádiz, Andalucía y el deber de solidaridad

Desde Andalucía sabemos bien lo que significa mirar al otro lado del Estrecho. No hay distancia que nos separe: hay rutas, familias, vidas compartidas. Lo que ocurre en Marruecos no es ajeno. Es vecindad inmediata, es frontera política y, también, frontera moral.

La sociedad civil española, y en particular el movimiento feminista, tiene la obligación de alzar la voz. Exigir que se respeten los derechos de Betty no es injerencia: es un deber democrático. Recordemos que la libertad de conciencia y de expresión no son privilegios, son derechos universales que ningún gobierno ni ningún dogma deberían pisotear.

Activismo frente a cuestionamientos

Como feminista radical lo digo claro: en estos momentos no toca debatir si la acción de una compañera es “estratégica” o “prudente”. Toca defenderla. Toca luchar por sacarla de las garras de un sistema opresor que se ensaña con las mujeres libres.

Ya habrá espacio, entre nosotras, para debatir estrategias, ideas, tácticas. Pero no en público, no mientras una de las nuestras está siendo juzgada y expuesta a represalias. Basta ya de convertir las redes sociales en un tribunal constante donde todo se cuestiona y se divide. El activismo se mide en fuerza, en solidaridad y en acción concreta, no en la crítica fácil que paraliza.

Lo que le pasa a Betty no es un hecho aislado. Es parte de la represión que enfrentan las mujeres en todo el mundo cuando se atreven a pensar y vivir fuera de los moldes. Por eso, cada gesto de apoyo suma. Cada voz que se alza es un recordatorio de que no estamos solas.

Llamada a la acción

📍 27 de agosto – 11:00h – Consulado de Marruecos en Algeciras
Nos concentráremos mientras en Tánger se celebra la vista judicial.

No es un gesto simbólico: es un acto feminista de resistencia. Estaremos allí con la fuerza de Cádiz y de Andalucía, llevando la voz de todas las que no puedan desplazarse. Porque lo que se decide no es solo el futuro de Betty, sino el derecho de todas las mujeres a vivir y expresarse libres.

Una palabra personal

Hoy escribo con la fuerza que me queda, aunque a veces parezca poca. Porque cada vez que una mujer es castigada por decir lo que piensa, nos golpean a todas. Pero también sé que todavía —y esta palabra es clave— estamos a tiempo. Todavía podemos unirnos. Todavía podemos demostrar que no miramos hacia otro lado.

No olvidemos: el feminismo no se detiene en la crítica, se sostiene en la acción. Y la acción, ahora, se llama solidaridad.

Si tocan a una, nos levantamos todas. Nos vemos en Algeciras.

Mayca Romero Sánchez de la Campa

Cofundadora de Cádiz Abolicionista y Fundadora de la Plataforma Andaluza de Mujeres Abolicionistas.

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