Juana, Juanita, Juana

¿Esta fiesta quién la paga?

El extraño caso de Juana Rivas es uno en el que pasa lo que nunca pasa en la justicia, que es que la justicia civil pase por delante de la justicia penal.

Nadie me tiene que explicar ni matizar el caso de Juana Rivas porque lo conozco y de cerca y de primera mano, así como conozco otros muchos de otras “Juanas” muy parecidos, sólo que pasan desapercibidos para la opinión pública.

De siempre, son muy pocos los jueces y juezas (sobre todo juezas) que son capaces de hacer el conecte mental lógico de que un hombre que maltrata a la madre de sus hijos es, por ende, un maltratador de sus hijos pues, aunque no les ponga la mano encima e incluso económicamente los mantenga a todo trapo, la situación de violencia en la que los hace crecer y vivir les genera a esos menores unas heridas mucho más profundas y difíciles de curar que el más fuerte bofetón.

Para intentar paliar este defecto judicial, se hizo un “apaño” en la nueva ley de protección a la infancia, que tendría que haber servido para establecer la doctrina que proteger el interés superior del menor, es decir, su propia seguridad, estableciendo que no se pueden conceder regímenes de vista a los padres condenados por violencia machista contra las madres. Sin embargo, como el nivel jurídico técnico de los operadores de este gobierno está al mismo nivel que el los mandriles del zoo, como ya pudimos comprobar con la cacareada ley del “Sí es Sí”, también conocida como ley “suelta violadores”, pues pusieron una coletilla que volvía dejara total y absoluta discrecionalidad del juez esa decisión. O sea, de nuevo, atrezzo político.

En el caso de Juana Rivas se junta todo. Sentencias civiles que otorgan la custodia al padre de los niños, sentencias penales que condenaron a Juana Rivas por un delito de secuestro y a Arcuri por maltrato a Juana Rivas, y además, la dificultad procesal que supone que existan dos jurisdicciones distintas, esto es, la española y la italiana, con leyes distintas, criterios distintos y tiempos diferentes.

La rareza de este caso que la justicia española, que no dictó la sentencia de custodia, obliga a entregar a un menor a un padre que será juzgado por la justicia italiana en menos de dos meses por maltrato a ese mismo menor. Con lo que podríamos encontrarnos en un breve plazo de tiempo en que lo que está haciendo la justicia española es obligar a entregar a un menor a su presunto maltratador.

Eso nunca pasa puesto que, cualquiera que tenga dos gramos y medio de conocimiento de derecho sabe que la jurisdicción penal paraliza cualquier otro proceso que haya pendiente hasta que se resuelva el penal. Sería lógico pensar que se podía haber suspendido el régimen de custodia con unas medidas cautelarísimas especiales en lo que se juzga al padre por el supuesto maltrato. Máxime cuando al pequeño Daniel le quedan escasos meses para poder declarar ante un tribunal con quien quiere vivir, ya que la edad procesal para esos casos son los 12 años. Pero eso no ha pasado así y hay que esperar a ver el resultado del proceso penal pendiente de Arcuri.

Hasta aquí la explicación jurídica del caso Juana Rivas, que es el de muchas mujeres obligadas a entregar semana tras semana a sus hijos a padres maltratadores. Incluso se ven obligadas a asistirá procesos de revinculación” de sus hijos con el agresor, aunque sus hijos no quieran ver al progenitor ni en pintura y de las que nadie se preocupa ni ocupa.

Y aquí viene la clave, para mí, el asunto que es que qué tipo de hombre obliga a sus hijos a irse autoritariamente con él cuando los niñas y niñas no quieren. Qué tipo de hombre cree que sus hijos le van a querer por obligarlos a estar con él. En qué momento, entre los lloros, los ataques de histeria y el miedo, creen que les va a surgir a sus hijos el amor filial. Yo conozco algunos hombres que quieren regímenes de visitas con sus hijos lo más amplios posibles, pero que lo primero que hacen es respetarlos y al final, su relación es completamente normal. Pero eso no es lo que buscan los padres que obligan.

Y para finalizar, no quiero dejar de señalar la utilización nauseabunda que se está haciendo del caso de Juana Rivas por parte de algunas políticas que, como ya se hizo en el caso de Jenifer Hermoso, lo único que hacen es empeorar la situación. Jennifer Hermoso ha acabado fuera de la selección española, en el ostracismo del deporte y señalada para toda la vida (y eso que hasta la utilizaron hasta para presentar las campanadas) y Juana, si no deja de ser Juanita en manos de personas interesadas en sus propias agendas que nada tienen que ver ni con ella ni con Daniel, acabará igual.

Hay muchas Juanas para tan poco espacio en televisión.

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