Por María Martín Romero, coordinadora provincial del Partido Socialista Libre Federación.
Tenemos a nuestros pies y en nuestras manos una ciudad con tantos años de historia, un crisol de culturas, con uno de los mejores patrimonios del mundo, con una de la mejores universidades, donde miles de turistas nos visitan para respirar y sentir toda esa confluencia de estímulos para los sentidos y para el crecimiento personal para entender el mundo como una confluencia armónica de culturas, religiones y sabiduría…
Pues resulta que creo que hemos llegado al punto de no retorno, de decadencia extrema, de podredumbre gusanil en la representación política que tenemos.
¿Granada se merece estos representantes políticos?
¿De verdad nos los merecemos?
Me pregunto si los ediles son conscientes de la responsabilidad histórica y social que tienen ante la historia, el mundo y nuestra propia gente. Pactos secretos por sillones, reuniones en Madrid para mercadear con los intereses partidistas de la derecha.
Malamente…
Dos años para los naranjas, dos años para los azules, siete tenientes alcaldes (con nuevos sueldos que pagamos la ciudadanía granadina), urbanismo y economía para un PP que ya nos ha demostrado lo que es capaz de robar y que no tiene nunca suficiente. Pero lo que más duele es el postureo y sumisión de la izquierda. Y lo último, un PSOE esperando una posible alianza con VOX (el partido de ultraderecha que quiere retrocedernos a la época de la dictadura y derogar todos los derechos sociales que tanta lucha y esfuerzo nos han costado a las mujeres, a la clase trabajadora, y a la sociedad en general, el fascismo en estado puro) para ver si la moción de censura cuaja, ¿de verdad que esperamos algo de antidemócrátas? Aunque se le olvida la tercera pata para el banco: la unión de Podemos con IU que está muda y desaparecida ¿esperando quizá el maná del cielo?
Eso sí, todos muy hombres, oliendo a Barón Dandy, y brindando sus pactos con Soberano que es cosa de machos…
Cuando el día 26 de Mayo echamos una papeleta en la urna, jamás hubiésemos pensado que estábamos eligiendo un teatrico de guiñoles como el que teníamos cuando era chica en la Plaza Bib-Rambla. Sólo falta que vayamos al próximo pleno y gritemos toda la gente y la chiquillería:
“¡Chacolín, Chacolín!” Vuelve por lo que tú más quieras a salvarnos de tanta inmundicia…