Organizaciones exigen el fin del mecanismo de arbitraje inversor-Estado para evitar demandas multimillonarias como la de Berkeley

Organizaciones exigen el fin del mecanismo de arbitraje inversor-Estado para evitar demandas multimillonarias como la de Berkeley

La multimillonaria demanda de Berkeley contra España por la mina de uranio de Salamanca muestra la urgencia de acabar con el sistema de arbitraje de inversiones

Organizaciones exigen el fin del mecanismo de arbitraje inversor-Estado para evitar demandas multimillonarias como la de Berkeley

  • Organizaciones europeas y estatales publican diez estudios de caso de arbitraje inversor-Estado que muestran cómo este mecanismo amenaza la adopción de medidas climáticas y sociales y vulnera la legislación europea.
  • Uno de los casos es la demanda de 900 millones de euros presentada por Berkeley contra España tras el rechazo de la mina de uranio en aplicación de la legislación ambiental y de seguridad.
  • La empresa se ampara en el Tratado de la Carta de la Energía, un instrumento que España y la UE abandonaron en 2024 pero que sigue protegiendo a los inversores durante dos décadas.

Amigas de la Tierra, Ecologistas en Acción y el Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL) se unen a varias plataformas europeas para demandar el fin del mecanismo de solución de controversias entre inversores y Estados, un sistema que socava la acción democrática de los gobiernos y obstaculiza la urgente transición ecológica.

Las redes Amigos de la Tierra Europa y la European Trade Justice Coalition, a las que estas organizaciones pertenecen, junto otras entidades (Transnational Institute y Powershift) han publicado hoy los análisis de diez casos de demandas presentadas por inversores contra Estados utilizando el mecanismo de solución de controversias inversor-Estado.

Uno de los casos analizados es la demanda que la multinacional australiana Berkeley presentó en 2024 contra España después de que el gobierno y los tribunales españoles tumbaran el proyecto de una mina de uranio en Salamanca. Berkeley ha acudido al Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI) amparada por el Tratado de la Carta de la Energía (TCE). Aunque España y la Unión Europea abandonaron este tratado en 2024, los inversores siguen protegidos por este instrumento durante veinte años después de su terminación.

Si la empresa ganase, España podría verse obligada a reanudar el proyecto de minería o a pagar los 1.000 millones de dólares (unos 900 millones de euros) que Berkeley exige en concepto de indemnización por supuestas pérdidas de beneficio. Esta cantidad es diez veces más de lo que se estima que la empresa gastó en el desarrollo del proyecto.

Para Amigas de la Tierra, Ecologistas en Acción y el Observatorio de Multinacionales en América Latina este caso es un claro ejemplo de cómo los gobiernos se enfrentan a demandas multimillonarias de empresas y grandes inversores cuando adoptan medidas encaminadas a proteger el medio ambiente u otros intereses públicos. El proyecto fue rechazado en aplicación de la legislación vigente, entre otras la normativa ambiental, urbanística y en materia de seguridad nuclear.

La plataforma local Stop Uranio y organizaciones ecologistas denunciaron en su momento los severos impactos y riesgos asociados al proyecto de minería de uranio a cielo abierto y la planta de procesamiento del mineral. El plan de Berkeley incluía además verter los residuos radiactivos en inmensos pozos en la cercanía de una reserva natural, de zonas de extracción de agua potable y de un balneario de aguas termales de la época romana.

“El sistema de arbitraje de inversiones está dando a grandes empresas y especuladores el poder de anular la acción democrática de un gobierno, incluyendo el cumplimiento de la legislación ambiental, con el único fin de garantizar sus beneficios. Se trata de una herramienta muy peligrosa en el escenario actual, donde las políticas europeas sobre minerales críticos están multiplicando los proyectos extractivos en todo el estado”, ha afirmado Adriana Espinosa, responsable de recursos naturales de Amigas de la Tierra.

Plataformas locales y organizaciones ecologistas ya plantearon hace tiempo el posible carácter especulativo del proyecto de Berkeley, que consistiría en exagerar las perspectivas mineras para inflar el precio de las acciones de la compañía. “Una faceta más de la impunidad de la minería. El extractivismo transnacional ha alcanzado un estatus que le permite subvertir la soberanía de los pueblos. Usan la Justicia para chantajear al Estado, igual que hacen para intentar intimidar a los activistas, pero no nos van acallar”, sostiene Cristóbal López, coordinador de minería de Ecologistas en Acción, y anuncia, además, que “la Plataforma Stop Uranio ha convocado una concentración frente a las puertas de la empresa Berkeley, en Retortillo (Salamanca), para exigir el fin de este chantaje de la multinacional al Gobierno de España”.

Además de las políticas ambientales, las otras demandas de arbitraje analizadas afectan a acciones adoptadas por los gobiernos para proteger intereses de seguridad nacional (caso del gigante tecnológico Huawei contra Suecia), adoptar medidas fiscales (demanda contra la UE y varios países por  el impuesto sobre los beneficios extraordinarios de las energéticas de 2022), garantizar un acuerdo equitativo y luchar contra la corrupción (demandas de Shell y ENI contra Nigeria), proteger la toma de decisiones democrática (Riotinto contra Serbia por la mina de litio de Jadar) o cumplir la legislación europea sobre sanciones (caso del oligarca ruso Fridman contra Luxemburgo).

Las organizaciones recuerdan que, a pesar de que la Unión Europea abandonó el Tratado de la Carta de la Energía en 2024, actualmente hay más de mil tratados bilaterales de inversión (TBI) en vigor entre Estados europeos y no europeos. La mayoría de ellos contiene un mecanismo de resolución de controversias inversor-Estado. “Se trata de un sistema paralelo a la justicia ordinaria, opaco y favorable al inversor que debilita las políticas ambientales, climáticas y sociales de la Unión Europea. La UE y los gobiernos deben abolir este sistema obsoleto”, ha afirmado Pedro Ramiro, coordinador de OMAL.

Las organizaciones exigen a la Unión Europea y al gobierno de España que pongan fin a los mecanismos de solución de controversias inversor-Estado en los acuerdos de inversión para proteger la soberanía de los gobiernos y la urgente transición ecológica frente a  la avaricia de los grandes capitales.

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