‘Matar a la mensajera’ por Núria González

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Núria González, feminist, activist, lawyer, trade unionist and from Barcelona.

Un poquito de historia y literatura clásica, que nunca viene mal. Fue Plutarco en sus “Vidas Paralelas”, el que nos explicó la historia de uno de los primeros mensajeros decapitados por el destinatario de sus noticias, al no ser éstas muy de su agrado. El pobre hombre que perdió la cabeza se llamaba Lúculo, y el señor que decidió cortar por lo sano tan horrendas nuevas fue Tigranes, que a partir de ese momento según nos cuenta Plutarco, se sentó mientras la guerra crecía a su alrededor, escuchando sólo a quienes le dijeran cosas bonitas. El tal Tigranes es todo un influecer, ya que eso de sólo escuchar a quien nos regala la oreja es una costumbre muy extendida hasta nuestros días.

Y vengo a hacer referencia a esta obra del filósofo moralista griego porque estos días la gente del lobby a favor de la legalización de los vientres de alquiler en España, (porque sí, hay lobbies es España, en muchos ámbitos, aunque nos empeñemos puerilmente en no reconocerlos como tal), ha intentado poner en práctica una vez más aquello de “matar al mensajero”, en este caso concreto a la mensajera, que soy yo misma. Ponerme a testificar ante la policía ha sido su intento de asustarme mucho. Así.

Debido a lo que explico en mi libro “Vientres de Alquiler” (Ed. LoQueNoExiste) esta semana he tenido que ir a declarar a la Fiscalía Provincial de Barcelona para explicar lo que sabía de cómo funcionaban las agencias de vientres de alquiler en España, a instancias de los que mejor conocen como funcionan esas empresas, sus clientes, esto es, los padres contratantes.

Según esos surropadres, hay agencias que hacen prácticas “poco éticas”, cuando en el mundo real, ese que esta gente no debe pisar mucho, todo lo que hacen dichas agencias, no es que sea poco ético, que lo es, es que está en la ilegalidad más absoluta. Tanto es así, que ni siquiera existen como agencias de “gestación subrogada”, sino que a ojos fiscales existen como agencias de viajes, empresas de construcción, o importadoras de vehículos a motor, entre otras variopintas actividades. Sin embargo en sus websites ahí están, ofreciendo paquetes todo incluido.

Claramente, quien más datos puede aportar sobre el multimillonario negocio de los vientres de alquiler son quienes acceden a él como clientes, que para eso son los que pagan y poseen toda la documentación al respecto de cómo funciona esta industria de los niños.

Pero lo que realmente molesta a estas personas es que alguien las ponga frente a su propio espejo, que les diga cómo han llegado a tener a esos niños y niñas en sus casas, que les revele la insoportable y tozuda realidad de que son “padres” sólo porque existe la miseria económica de muchas mujeres en el mundo, y la miseria moral y ética, mucho peor que la económica, de quienes se aprovechan de ello para ganar dinero, el dinero que pagan quienes creen que sus deseos, caprichos, valen más que la dignidad de los seres humanos.

Entonces, el amor, la familia y el color rosa que son conceptos siempre adornan los cursis y perversos discursos a favor de alquilar mujeres se esfuman y son sustituidos por la moderna guillotina, que suele tomar forma de denuncia, para “cortar la cabeza” a quién se atreve a informar sobre lo que pasa delante de nuestras narices, violaciones flagrantes de los derechos humanos como ya dijo el Tribunal Supremo, pero que gobiernos no se atreven a parar, las televisiones se empeñan en blanquear y una parte de la sociedad se afana en ignorar. Denuncia que no es más que una vuelta de tuerca más en la campaña de difamación, acoso, insultos y troleo público que emprenden estos surropadres contra todas aquellas personas que les cuestionan.

Son muchas las mujeres que denuncian diariamente que los vientres de alquiler no son más que el traslado de seres humanos de un lado a otro, sin ningún tipo de derecho garantizado, para entregarlos a personas que no les corresponden.

Todas esas mujeres, y algunos hombres, son como el cuadro de Dorian Grey para el lobby de la gestación subrogada. Es necesario y vital para su supervivencia y triunfo de los favorables a la “gestación subrogada” y su objetivo final de legalizarla en España, que esas voces denunciantes estén silenciadas, escondidas, desprestigiadas, y cuanto más asustadas mejor. Ya que de lo contrario, y así lo estamos consiguiendo, el cuadro les va a devolver su propia realidad, tan insoportable, que tal y como le pasó a Tigranes, bien vale matar a la mensajera, o por lo menos intentarlo, aunque fracasen estrepitosamente en el intento, y la guerra siga creciendo a su alrededor.

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